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Un ermitaño o eremita es una persona que elige profesar una vida solitaria y ascética, sin contacto permanente con la sociedad. El vocablo ermita procede del latín eremīta, que a su vez deriva del griego ἐρημίτης o de ἔρημος, que significa «del desierto». Es un asceta que vive en la denominada eschatiá por los griegos, espacio no civilizado más allá de la ciudad, que en el caso de Egipto, se identifica con el desierto. Más adelante también tendría lugar, con el mismo concepto, en otros espacios naturales como las montañas sirias o las del centro de Italia. En sentido laxo, el término se extendió para significar a todo aquel que vive en soledad, apartado de los vínculos sociales, en bosques, montañas, páramos o lugares desérticos.
En el cristianismo, la vida eremítica tiene por finalidad alcanzar una relación con Dios que se considera más perfecta. La vida del ermitaño está por lo general caracterizada por valores que incluyen el ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo urbano y la ruptura con las preferencias de este, el silencio, la oración, el trabajo y, en ocasiones, la itinerancia. Se considera que el eremitismo en el cristianismo nació a fines del siglo III y principios del siglo IV,[1] particularmente tras la paz constantiniana, cuando los llamados «Padres del Desierto» abandonaron las ciudades del Imperio romano y zonas aledañas para ir a vivir en aislamiento y en el rigor de los desiertos de Siria y Egipto, sobresaliendo el desierto de la Tebaida.
La práctica del eremitismo también se encuentra presente en la historia del hinduismo, el budismo, el sufismo y el taoísmo.
En el mundo moderno suele verificarse una variante que, si bien no puede catalogarse como eremitismo propiamente dicho, mantiene algunas de sus características. En este caso, no se verifica una «fuga geográfica» del mundo, sino un aislamiento respecto del estilo o de la forma de vida que el mundo presenta. Se trata de un «eremitismo en medio del mundo», impregnado por rasgos de soledad, oración y trabajo, que huye de cualquier tipo de publicidad y que florece, en el decir del periodista Vittorio Messori, como «reacción a la borrachera comunitaria».[2]